21 de abril de 2015

El ensayo español en el siglo XVIII: probando a cambiar

una vez más, otro trabajo mío para el que quiera saber (o no saber y copiar)...

PROBANDO A CAMBIAR:
el ensayo español en el XVIII
un trabajo de rafarrojas
No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece.” (Bilbo Bolsón, “El Señor de los Anillos”, J.R.R. Tolkien)

NOTA PREVIA
Pensaba ahora: el escritor siempre tiene una idea en la cabeza que es lo que quiere compartir. Tal vez la fabule, porque esté en su carácter perderse por los cerros de Úbeda al contar algo, y es entonces bajo (o entre) la historia escrita donde hay que buscar ese tejido original de realidad oculta – verdad propia.
O será timidez lo que le impide mostrarse directamente sino bajo disfraces de relato.
O lo hará así porque piense que tendrá más fortuna en colocar tal idea si la ofrece envuelta-bañada en exterior de narración y escapismo y entretenimiento, como si novela y cuento no fueran al cabo sino el ejercicio de publicidad o marketing de un producto-idea mucho más básica, previa a adornos y añadidos.
O acaso, también, sentirá cariño y orgullo de padre por sus ficciones,... pero la ficción, como el hijo nace del padre, nace de su realidad y de su experiencia (“¿hasta qué punto su último trabajo es autobiográfico?” suelen preguntarle a los autores de éxito) y la manzana (de Newton) nunca cae demasiado lejos del mismo árbol.
Ahora supongamos un tiempo en que al escritor se le invitaba a hablar de la realidad sin más, a decir directamente lo que pensaba sin tener que preocuparse de darle un envoltorio de historia. Nadie espera literatura de unas instrucciones de manejo de una lavadora, sólo que sean útiles y claras y vayan al asunto que importa.
Lo que es más, un tiempo en que se valorara especialmente la capacidad, no de inventar sobre lo real, sino de transmitir directamente, periodísticamente, el qué, quién, cuándo, dónde y por qué, ser informativo, didáctico, ... ilustrativo.
¿Y si ese tiempo era el XVIII, la Ilustración? ¿Y si no sólo se permitía al escritor no usar filtros de imaginaciones sino que se le animara a escupir directamente el meollo de su preocupación?... Ciento y uno escribirían ensayos y cartas y reflexiones... (q.e.d.)
¡Bienvenido al XVIII!

¡Ah, sí! ¡sé muy poquito! tan poco...
Así que las posibilidades de equivocarme al opinar son inmensas (“¿culo o codo?” dijo aquel mostrando en una foto, ventana reducida de un cuerpo humano, algo que podría ser tanto una cosa como la otra).
A cambio, si algo me han enseñado estos hombres (y mujer) tan listos (lista) es a confiar en el sentido común, en la capacidad de la razón para descubrir aunque sea en parte la verdad.
Porque si algo caracteriza a los ensayistas del XVIII es su

OSADÍA
No le temían a pensar y se atrevían con cualquier cosa: economía, medicina, historia, política, biología, antropología, geografía, botánica, filosofía.... “hacer una buena carta o mapa, sin omitir lo que pudiera ilustrar la geografía física, la historia natural de las aves y cuadrúpedos, y finalmente lo que pudiera conducir al perfecto conocimiento del país y sus habitantes”...(1)

Saltamos con movimiento pendular hegeliano desde los paseantes filósofos griegos de la Antigüedad tan celebrada, que discurrían sobre cualquier asunto sobre el que posaran el ojo (el tercero interior también), a aquel Hombre del Renacimiento, MacGyver de gorguera, jubón y calzas; y, de ahí, un nuevo bote hasta estos Enciclopedistas de enorme erudición que lo mismo elucubran sobre un roto que sobre un descosido.

¿Hay algo con lo que no se atrevan? Si se atreven como Feijoo incluso a explicar “El no sé qué”!(2)

Y eso porque cuentan, como ya decía, con lo que ahora creen Armas Definitivas y Poderosísimas. Son creyentes fundamentalistas de una nueva Fe en la que solo hay dos dioses: la experiencia y la razón.(3)
Decía Cadalso en su Carta 52 “apenas puedo llamar hombres a los que no cultivan su razón(4) y Félix de Azara comentaba “Yo, que he procurado investigar las cosas originalmente...

Y, allá salen!, nuestro quijotes con su adarga de experiencia (libresca, en el caso de Feijoo: “habiendo, en el largo discurso de mi vida leído libros de todas clases [...], apenas pasé los ojos por alguno, a cuya lectura no debiese algo de instrucción apreciable en una materia, u otra.” Carta XVIII (5)) y su rocín de sentido común a desfacer entuertos por ahí.(6)

Lo importante no es tanto que tengan éxito, sino que es su intención. Desde un punto de vista volitivo SON científicos, admiradores de Newton, Copérnico, la filosofía natural, las artes manuales, la ingeniería civil (aunque aquí cabe introducir como salvedad ese cierto desdén que manifestaba Cadalso por los “proyectistas”, que el papel lo aguanta todo, parecía decir). Y tienen un candor y una honestidad que les honra, están dispuestos a reconocer (en ocasiones) sus limitaciones (“Sería a mi ver muy del caso repetir mis observaciones en distintos parajes y provincias por sujetos de mayor instrucción que la mía”- Azara. “Yo confesaré que la Filosofía discurre por los fenómenos naturales, e inquiere sus causas inmediatas; pero palpando siempre sombras, tropezando en ignorancias, y duda” – Feijoo) y se mueven sobre todo por un espíritu muy loable de servicio, de ser útiles a los demás, al bien común (como en esa República de Platón).

Lo que tiene dejar suelto el pensamiento individual en el análisis y el debate, es que los molinos o gigantes son lo que se ha dicho, escrito o pensado antes. Y hay una parte importante en los ensayos de refutación y enmienda, que no siempre es absolutamente mesurada o tranquila:
Félix de Azara (Paraguay):
-“ no están bien situados los ríos Uruguay y Paraná de Corpus para el norte
- “escritores ignorantes y maliciosos que, por sus fines particulares, tratan ...”
- “Se tiene en Europa ideas falsas de los caciques
- “También se dijo que extraían grandes sumas del comercio y manufacturas, lo que tampoco es creíble
Joséfa Amar y Borbón (Defensa de las mugeres):
- “¿Cómo es posible que se oygan nuevas impugnaciones sobre esta verdad? Pues ello es cierto, que se oyen, y que son de tal naturaleza, que no debemos desentendernos de ellas, porque acreditan, que no está aun decidida la questión.”
Feijoo:
- “Algún embustero inventó esa patraña: otros le siguieron, y la esparcieron”, Carta XX (Vampiros).
- “Encuéntranse, un Profesor nuestro con un Extranjero bastantemente instruido en las materias físicas. [...]¡Qué vergüenza para el nuestro, que haya de enmudecer, porque enteramente la ignora, y aun tal vez, ni aun sabe el significado de las voces, en que le habla el Extranjero!” Carta XXI(7)
- “Una pluma destinada a impugnar errores comunes, nunca se empleará más bien, que cuando la persuasión vulgar que va a destruir, es perjudicial e injuriosa a alguna República
Cadalso:
- “los pueblos que tanto vocean la crueldad de los españoles en América son precisamente los mismos que van a las costas de África a comprar animales racionales de ambos sexos”, Carta IX

Pero estos primeros ensayistas que se definen ciudadanos de esa República de las Letras... sólo incluyen en ésta a ellos mismos. No el “vulgo”, no la “plebe”. En sus opiniones se muestran “censitarios”, al estilo de lo que luego defenderán Wilfredo Pareto o Gaetano Mosca en el terreno político: “El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas” Feijoo, Discurso Primero de su TCU. “...(es) noble, cualidad que basta para que le admitáis (!)” y “si se redujese siquiera su ambición de ennoblecerse al deseo de descansar y vivir felices, tendría alguna excusa moral este defecto político” Cadalso, Cartas XI y XXIV respectivamente.
Estos en su mayoría “niños-bien”, gente de posibles, no se daban cuenta de que habían abierto la veda, la caja de Pandora de la libertad de opinión. Que luego pasa lo que pasa, lo que decía Kant con aquel “extraño e inesperado curso de las cosas humanas”: “el hecho repercute poco a poco en el sentir del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de obrar)(8) .

Eso explica en parte, creo yo, que vivieran tiempos de deslizamiento:
- En economía, de los mercantilistas de Thomas Mun y Colbert, como Félix de Azara (“No falta más que hallar los medios de introducir entre ellos el lujo y el conocimiento de las comodidades, para que se dediquen más a los trabajos”, verdadero pensamiento capitalista para reducir a los “bárbaros” que se sitúan fuera del sistema), a los fisiócratas de Smith, Quesnay o Turgot (“difundir los conocimientos de que pende la perfección de todas las artes útiles y particularmente de la agricultura, la primera y más importante de todas” decía Jovellanos en su Informe sobre la Ley Agraria, y en su carta III Cadalso afirma que “el amparo de la agricultura, y otras operaciones semejantes, formaron esta monarquía” y también “Los campos se cultivan, la población se aumenta, los caudales crecen” carta XXVI) hasta llegar al liberalismo del laissez-faire (tantas cosas se dejan pasar que se llega a ese capitalismo salvaje que tantos problemas dió a los siglos siguientes).
- En materia de creencias, deísmo, escepticismo, ateísmo y materialismo. Aunque en esto no somos nosotros, los de la muy católica nación de España, como esos descreídos de Francia (adios, mi admirado Voltaire), y nuestros autores trazan esa línea que no debe cruzarse, especialmente Feijoo, el benedictino. “únicamente, y no en otro alguno, tiene verdad la máxima de que la voz del pueblo es voz de Dios. El primero es, tomando por voz del pueblo el unánime consentimiento de todo el pueblo de Dios: esto es, de la Iglesia universal; la cual es cierto no puede errar en las materias de Fe, no por imposibilidad antecedente” Discurso I. Y luego en el XIII, “el Escepticismo [...] el error más desatinado, y el modo de filosofar más cuerdo, (porque) dudar de muchas cosas es prudencia, dudar de todas es locura”. Por su parte, Cadalso a través de su personaje Nuño explica: “Adoro la esencia de mi Criador; [...]. Su magnificencia, [...] llenan mi alma de reverencia para adorarle, no mi pluma de orgullo para quererle penetrar.” -Carta VIII. Y en la XXIII añade: “en aquellas cosas humanas en que no cabe la demostración es inútil tan porfiada controversia
- En política, se pasará del absolutismo del XVII al despotismo (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”) hasta alcanzar al parlamentarismo inglés (“el rey reina, pero no gobierna”) y finalmente a las cabezas gillotinadas. De nuevo, no así los españoles, que llevaremos nuestra devoción monárquica a readmitir al hombre más mezquino, cutre, egoísta, traicionero y vil que vió la Historia, ese Fernando cuya silla de manos quería ser llevada por tantos (a falta de caballos, buenos son asnos).

HACIA EL OTRO
Nos movemos...¿o derivamos?. Y son “viajes útiles”, como los que pretendía Azara o como los que hacía el Gazel de Cadalso, maurófilo, ... ¿o inevitables?
En una época de mejora progresiva de las comunicaciones, de periódicos y buenas carreteras (Watt inventa por aquellos días la máquina de vapor, pero no habrá trenes hasta el siglo que viene), de pronto parece que miramos más hacia el exterior, hacia lo que está más allá.
Hacia “el Otro”, que ¿quién es?: La mujer, los habitantes de las colonias, los esclavos.

- Literatura de género:
De pronto, el papel de la mujer pasa a despertar el interés de los autores.
Se ocupa de ellas, la que aspira a ocupar y mantener la plaza en esas sociedades de amigos, la sra. Amar, feminista antecesora de todas las feministas, que defiende la instrucción para su sexo “No contentos los hombres con haberse reservado, los empleos, las honras, las utilidades, en una palabra, todo lo que pueden animar su aplicación y desvelo, han despojado a las mugeres hasta de la complacencia que resulta de tener un entendimiento ilustrado.” y reconoce (y condena implícitamente) su particular “techo de cristal”: “La ventaja que llevan los hombres [...] de ser Juez a Abogado: nuestra sentencia está en sus manos, si se decide, que seamos admitidas a sus conferencias, dirán siempre que nos hicieron esta gracia, si nos niegan la entrada, ya se ve quanta superioridad encierra este procedimiento, pero no por eso hemos de desmayar, mientras no esté concluido el pleito.”
Revisa igualmente su situación Cadalso, al que nadie podría acusar jamás de feminista: “la mujer por sí sola es una criatura dócil y flexible [...]:veo que es un fiel traslado del hombre con quien vive.[...] un solo hombre, igual a ella hasta en las accidentales circunstancias de lo que llaman nacimiento; por todo había de ser y continuar siendo buena”. Pero siendo en esta materia de lo más tradicional, de “mujer cerrada”, señala que en los cambios de orden, en ese contrato de androcentrismo de sus antepasados, se ha perdido la contraprestación debida a la mujer por limpiar, cuidar, etc. “Éramos entonces como los dioses Penates que los gentiles guardaban encerrados dentro de sus casas, pero con suma veneración; ahora somos como el dios Término, que no se guardaba con puertas ni cerrojos, pero quedaba expuesto a la irreverencia de los hombres, y aun de los brutos”. Carta X. Ligereza de cascos, superficialidad y coquetería de ellas y oportunismo sexual de ellos, con más mujeres “prisioneras” que en el serrallo de un emperador persa.
Feijoo les dedica su Discurso XVI del TCU, y con un tono que recuerda al paternal párroco en la homilia, pero una erudición realmente asombrosa (9), reconviene a sus feligreses del género masculino y les afea por su comportamiento, cuando esta claro que “de prudencia política sobran ejemplos en mil Princesas por extremo hábiles”. Habla de la lucha de sexos, y de la injusticia de los hombres y su ignorancia, y les rebate el lugar en que han colocado a la mujer utilizando la más clásica estructura dialéctica (10). Achaca a los propios hombres el origen de los malos comportamientos de las mujeres (i.e., sus infidelidades).

- Nuestros primos, los americanos (y contra la leyenda negra):
Otro objetivo de la revisión y de un nuevo interés son los habitantes de las colonias(11). E íntimamente ligado a ello, el desmentido de esa leyenda negra que nos pinta a los peninsulares como monstruos crueles, genocidas.
Ya mencioné a Cadalso diciendo que los que nos tachan son los mismos anglos esclavistas.
Azara hace cuentas y no le sale el genocidio: “su número total no ha disminuido. ¡Qué nación europea de las que han pisado la América podrá decir que conserva los mismos y más indios que halló en ella! Favorece este cálculo el que muchos indios han pasado a ser españoles y otros están confundidos con las castas mestizas” (...y eso aunque siga manteniendo prejuicios, como aquel que le lleva hablar de “bruto hediondo como todos”, refiriéndose a un indio).
Feijoo en su Discurso VI se dedica a limpiar de bulos el conocimiento que tenemos de nuestros primos, como esa “opinión tan injuriosa”: “reine la opinión de que en éstos se anticipa la decrepitez a la edad decrépita” y que “no menos es falso que en ellos amanezca más temprano que en los Europeos el discurso”. A la primera, sobre todo, mediante el uso de ejemplos de personas reales y conocidas: viejos pero sabios. A la segunda, “que este adelantamiento se debe únicamente al mayor cuidado que hay en su instrucción, y mayor trabajo a que los obligan”.

Pero una vez más hay más de una consecuencia a ese reconocimiento del Otro, se alcanza inadvertidamente un punto de no retorno.
Y los diputados de La Pepa que animaron a la creación de Juntas en el otro lado del mar, debían saber que estaban dando su bendición de hecho a la libertad (puesto que la reclamaban para ellos mismos), que sus socios, sus aliados de ultramar, ya nunca más después formarían parte de España y que aunque todavía se hable de los reyes que vinieron como de las Españas, serán si acaso sólo de “la España y dos décimas”.

Dejo, por no alargarme aquí más, el otro gran tema pendiente, el verdadero elefante en la habitación, el tema del patriotismo y el desarrollo de España (cuando analizado ese Otro y nuestras relaciones con ellos/ellas, acabamos en movimiento de retorno por volver la vista a nuestro propio ombligo). Será para cuando hable de las Cartas Marruecas de Cadalso, en el trabajo siguiente.
(Continuará...)

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Notas al pie:

[1] “Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata”. Felix de Azara- Prólogo. Madrid: Alianza Editorial, 1990.
[2] En el extremo negativo de este ansia de conocimiento, una vez más, los rolleras, contra los que nos precave Cadalso “puede alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia, lo difícil que es entender varias a un tiempo, lo imposible que es abrazarlas todas, y lo ridículo que es tratarlas con magisterio, satisfacción propia, y deseo de ser tenido por sabio universal”.
[3] Es lo que contaba Feijoo de “así yo, [...], escucharé siempre con preferencia a toda autoridad privada lo que me dictaren la experiencia y la razón”, resonando en aquella zaragozana de poco agraciado rostro pero mejor dialéctica “cosas que qualquiera que tenga ojos, y una mediana razón, sabrá entenderlas” "Discurso en defensa del talento de las mugeres,...." Josefa Amar y Borbón. “No faltan luces bien claras para desengañar a los hombres de mil envejecidos errores: sólo falta reflexión para usar de ellas”. Feijoo. Discurso Sexto. Españoles americanos.
[4] “¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! : he aquí el lema de la ilustración”. No lo digo yo, que lo decía Kant en 1784... 20 años después de la muerte de Feijoo.
[5] “Impúgnase un temerario, que a la cuestión propuesta por la Academia de Dijón, con premio al que la resolviese con más acierto, si la ciencia conduce, o se opone a la práctica de la virtud; en una Disertación pretendió probar ser más favorable a la virtud la ignorancia que la ciencia”.
[6] Cadalso se veía hijo de Cervantes “Desde que Miguel de Cervantes compuso la inmortal novela en que criticó con tanto acierto algunas viciosas costumbres...” dice en la Introducción de sus C.M. y lo cita mil veces luego como toca a un vástago amante, hasta en esa referencia al Licenciado Vidriera “cuento del loco que se figuraba ser tan quebradizo como el vidrio” – Carta XXXII
[7] “Progresos del Sistema Filosófico de Newton, en que es incluido el Astronómico de Copérnico”. [8] Op.cit. Y me llama la atención que Feijoo viera el efecto, pero no se viera a sí mismo como causa: “Los que dan tanta autoridad a la voz común, no preveen una peligrosa consecuencia, que está muy vecina a su dictamen”. (Voz del Pueblo)
[9] Hasta el punto que me pregunto si no fabularía un tanto el insigne gallego –que lo es, por más que se empeñen los asturianos-, al estilo de su paisano Cunqueiro, que maneja mil y una fuentes y habla de todos los tiempos y lugares con igual familiaridad... hasta del Dalai Lama!
[10] Así opina el catedrático de Oviedo, Gustavo Bueno, en su trabajo “Sobre el concepto de ensayo”: “muy próxima a la quaestio escolástica, sin contener explícitamente esta organización, antes bien ocultándola cuidadosamente” publicado en los Cuadernos de la Cátedra de Feijoo.
[11] “Cosa vergonzosa es para nuestra Nación, que no sean conocidos en ella aquellos hijos suyos que por sus esclarecidas prendas son celebrados en otras”, dice Feijoo.

rafarrojas

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